Páginas

viernes, 29 de junio de 2012

42 años curando niños


Con 69 años, a pocos meses de los 70, mi madre se jubiló el pasado viernes. Es médico, pediatra, y lo seguirá siendo. Lejos quedan aquellos años universitarios donde una mujer que estudiaba Medicina era una avanzada. En su clase, las féminas eran minoría, raras, no más de dos docenas. Corría el año 1960. 52 años han pasado desde el día en el que con 17 años iniciaba la Universidad hasta ahora en el que se despide de sus colegas. Se jubila.

Se ha resistido a marcharse, a decir adiós a sus pacientes. Le ha cogido cariño a unos niños, que se han convertido en mamás y en papás y han llegado a abuelas y abuelos e incluso algún tatarabuelo. 42 años en el mismo puesto de trabajo disfrutando, ¡qué lujo! Se despidió reconociendo que había tenido el enorme privilegio de dedicarse todos estos años a trabajar en lo que lo que gusta.

Siempre al día, leyendo, informándose. Tímidamente orgullosa de esos escasos días, en los que una decisión suya salva la vida de un pequeño, porque en el día a día su dedicación a los niños ha sido una maravillosa sucesión de catarros, mocos, fiebres, sustos de mamás, roturas. El día a día de un pediatra, tan necesario, tan tranquilizador.

Pero, Sefa, mi madre en realidad no se jubila, no quiere, no puede…Sus compañeros le han regalado un ordenador portátil, porque ella quiere seguir estando al día y zambullirse en el "mundo internet". En su largo caminar profesional, sus siete hijos hemos visto a una madre moderna, que ya entonces conciliaba su vida familiar y laboral sin proponérselo, con absoluta normalidad. Hemos tenido la gran suerte de disfrutar de una madre universitaria.

Mi homenaje, al que se suman mis dos hermanas (el resto, hasta 7 hermanos son varones), a la madre que nos ha enseñado a vivir, con ella hemos aprendido a "meter cabeza" en las cosas, a pensar, a decidir analizando todos los puntos de vista, a escuchar, a pedir consejo, a no desanimarse nunca. Ella también nos ha enseñado austeridad, la misma que hoy se impone por necesidad. Siempre recordé esos enormes bocadillos de salchichón, porque no había Nocilla en casa.

Y, lo más importante, nos ha enseñado que la familia es el lugar donde nos quieren por lo que somos, no por lo que hacemos, no por los éxitos o los fracasos. Nos quieren sin más. Y, aunque nunca se lo he dicho, muchas veces me veo diciendo o haciendo cosas igual que ella…Le hemos "prestado" nuestra madre a sus pacientes, ahora recuperamos algo más de madre, a la abuela y a la mujer que siempre, siempre, tiene un rato para cada hijo y que ha sido una gran amiga de vida. Gracias